Controlar Ansiedad Consecuencias

En muchas ocasiones el malestar que nos produce el no afrontar la consecuencia es mayor que la consecuencia en sí y es la causa de nuestra ansiedad.


Los seres humanos vivimos en constante relación los demás: tenemos relaciones familiares, relaciones de amistad, relaciones laborales, relaciones de pareja, etc., en estas relaciones solemos mantener distintos roles. Así, es difícil encontrar personas “auténticas”, personas que sean ellos mismos con todas las relaciones. La mayoría con mayor o menor grado de autenticidad solemos jugar distintos papeles según el grupo de relación con el que estamos.

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En cierta manera podría decirse que mantenemos un grado de insinceridad en las relaciones. En todas ellas buscamos la mejor manera de encajar y controlar la situación, lo que no siempre se consigue, llegando incluso a ocurrir que siendo muy valorados en un grupo, seamos “despreciados” en otro. (Pensemos que es en este hecho en el que se basan los juegos de realidad virtual que tanto éxito están teniendo: podemos ser otros seres, en otros mundos, con otras vidas…y, - si no estamos enganchados – dejarlo en cuanto nos disguste).

En el objeto concreto de este blog (aprender a controlar la ansiedad y el ataque de ansiedad), una de las cosas que se ha descubierto como mayor generador de ansiedad es precisamente el que los ansiosos evitamos enfrentar situaciones que nos producen malestar por temor a las consecuencias que se suponemos que tendrían.

Es muy probable que consideres que este no es tu caso, en realidad para la mayoría de nosotros esta situación incómoda se ha interiorizado tanto que ya no somos capaces de determinar qué nos está produciendo malestar, simplemente “es nuestra vida”.

Aquello que nos está produciendo malestar puede deberse a cosas y situaciones muy diversas:

  • Puede que no nos sintamos valorados en el trabajo y no lo expresemos por temor a perderlo.

  • Puede que nuestros padres estén dependiendo excesivamente de nosotros y no lo expresemos porque pensamos que es nuestra obligación atenderlos y que pudiera pasarles algo de hacerlo.

  • Puede que no nos sintamos cómodos con los amigos de nuestra pareja y no podamos mostrarnos como somos por temor a las consecuencias que tendría en nuestra relación de pareja.

  • Puede que sintamos que nuestro diagnóstico es incorrecto, que pensemos que – en realidad – sí tenemos un problema físico (por ejemplo un problema cardíaco) y necesitemos una total garantía de no tener ese problema físico.



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Probablemente estarás pensando que esto les ocurre a las personas ansiosas y a las no ansiosas. Tienes razón pero, como comentábamos antes, en el caso de las personas ansiosas se ha demostrado que en muchas ocasiones este no atreverse a afrontar las consecuencias es el causante de su trastorno de ansiedad.

Como vemos tenemos un amplio abanico de posibilidades de inquietudes o dudas que nos pueden estar produciendo malestar.

Si seguimos con el proceso, es probable que – de manera consciente (si conocemos el problema) o inconsciente (si no lo conocemos) – hayamos intentado encontrar alguna manera de resolver esta inquietud, hayamos buscado la manera de controlar lo que nos inquieta.

Hayamos comenzado una búsqueda obsesiva de la solución que no haya tenido frutos y, como consecuencia de ello, esta búsqueda lo único que nos haya reportado es un aumento, una confirmación de nuestra duda o inquietud que ha aumentado

Como hemos dicho es esta inquietud la causante de nuestro malestar. El no buscar o no encontrar una solución a esta inquietud hace que esta crezca, se haga más grande y consecuentemente aumente nuestro nivel de malestar.

Hemos comenzado un circulo peligroso: el aumento de nuestro malestar nos incitará a buscar soluciones a nuestra inquietud, esta búsqueda será infructuosa (recordemos que tenemos ansiedad y, de encontrar la solución, ya se habría resuelto) y esto hará aumentar nuestra incertidumbre que, a su vez, aumentará el malestar, esto es: la ansiedad.

Descrito el problema llega el momento de tratarlo, de aprender cómo controlar la ansiedad.


Incertidumbres en la Ansiedad



Como hemos descrito al principio, es posible, incluso probable que no seamos conscientes plenamente de aquello que está produciéndonos el malestar (la ansiedad). Tratando de facilitar la identificación de esta incertidumbre o duda, vamos a describir las que se presentan con mayor frecuencia:

  • Realmente esto que me pasa ¿es ansiedad o tengo una enfermedad grave que no me están diagnosticando? (enfermedad mental o física).

  • ¿Puedo perder el trabajo?

  • ¿Soy un buen padre? ¿Soy un buen marido? ¿Soy un buen hijo?

  • ¿Se siente atraído por otra persona? ¿Me está siendo infiel?

  • ¿Puedo sufrir un accidente de avión? (coche, moto, parque atracciones,…)

  • ¿Estoy bien considerado por la gente? ¿Me comporto de la manera correcta? ¿Debería cambiar algo en mi forma de ser?

  • ¿Me habré equivocado al comprar ese piso? ¿Hice bien al cambiar de trabajo? ¿Realmente ese coche era la mejor opción? (libro, chaqueta, lavadora, etc.)

  • ¿Le habré molestado? ¿Habrá malinterpretado mis palabras? ¿Me excedí?



Una vez identificada la inquietud debemos comenzar un proceso de ¿Y qué pasaría si?

Este es un proceso recurrente en el cual una consecuencia es causa de otra consecuencia y así sucesivamente. Debemos ir haciendo preguntas y buscando las respuestas hasta llegar al temor esencial que es el desencadenante de nuestra ansiedad.

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Pongamos un ejemplo: Nos preocupa el hecho que perder nuestro trabajo porque las ventas del último trimestre están siendo malas. Ante este hecho dos personas distintas pueden prever consecuencias distintas: una puede considerar que dejará de ingresar dinero y esto va a impedir que mantenga su nivel de vida, mientras que otra teme que no volverá a encontrar trabajo nunca. Tanto la primera persona como la segunda pueden seguir indagando y si nos ponemos en el caso de la primera (dinero) puede considerar que esto va a hacer que sus hijos no puedan estudiar, o que tenga que aplazar su mayor hobby o que su pareja le abandonará; de la misma manera la segunda (nunca encontrará trabajo) puede pensar que va a ser un fracasado, que sus suegros se lo van a recriminar, etc.

Debemos encontrar el temor origen, el esencial, aquel que es principio y desencadenante de nuestro malestar para, una vez detectado, buscar la salida.

Destacar en este punto que hemos dicho buscar la salida y no la solución, porque esta puede no ser la que nosotros querríamos.

Si, por ejemplo, detectamos el problema origen está en que necesitamos que alguien o algo nos garanticen al 100% que el avión no se va a estrellar o que nuestra dolencia no es fruto de un problema cardíaco, esto es algo que nunca vamos a conseguir. Si nos preocupa si nuestra pareja nos es infiel, podemos buscar maneras de tener una certeza alta de que ahora no, ¿y mañana?



Debemos distinguir entre lo imposible y lo improbable. Nadie puede asegurar al 100% que no caiga un avión, que no haya un error de diagnóstico o qué pasará mañana. En realidad, nosotros vivimos con esa incertidumbre en casi todas las cosas, una incertidumbre que asumimos de manera inconsciente pero, cierto es: en cosas que no nos afectan tanto.

La manera de afrontar esta duda, incertidumbre, la manera de conseguir controlar la ansiedad y el ataque de ansiedad, será reconocer y aceptar que de las cosas y las acciones podemos llegar a conseguir saber con un alto grado de probabilidad que no se van a producir, pero casi nunca tendremos una garantía total.

Debemos llegar a entender que, en nuestro caso, es mayor el grado de malestar que nos está produciendo esta incertidumbre que el que tendríamos si se produjera aquello que tememos: piensa en cómo te está haciendo sentir la ansiedad, en todo el sufrimiento que te está produciendo y el tiempo que llevas soportándolo y ahora valora el que te produciría el que ese conocido pensara que eres tonto, o el que perdieras el trabajo (que es peor: ¿continuar en este trabajo sintiéndote así o recuperar las fuerzas, la energía, la alegría, la vitalidad y poder encontrar otro?)



Sabemos de la dificultad que entraña encontrar el auténtico origen de nuestro malestar y lo problemático que puede resultar tomar acciones para solventarlo. Todo cambio implica salir de nuestra zona de confort, una zona en la que – aunque estamos mal – conocemos y creemos que controlamos y el salir de esta zona supone introducir una nueva incertidumbre, una duda de si nos habremos equivocado o no.