Que es Agorafobia

La agorafobia ¿es el temor a los espacios abiertos o es más? En este artículo analizamos que es mucho más.


Que es Agorafobia 01
En griego, fobia es la palabra para definir el temor y agora la palabra que utilizaban para nombrar las plazas y posteriormente ampliado para referirse a las reuniones, de ahí que al hablar de agorafobia estamos, según la RAE, hablando de: fobia a los espacios abiertos, como plazas, avenidas, campo, etc. Un término que, en el conocimiento popular, se ha ampliado al temor a estar en situaciones con mucha gente.

Bajo este prisma, tradicionalmente se ha considerado que una persona que padece de agorafobia ha tenido una evolución similar a la siguiente:

Un día estaba en algún espacio abierto cuando, sin motivo aparente, comienza a notar como se le acelera la respiración, siente sudores fríos, nota una presión en el corazón y que le falta el aire para respirar. En este momento la persona no entiende que le está pasando y comienza a temer por su vida.

En el artículo Que es la Ansiedad ya explicamos que aquello que está padeciendo la persona de nuestro caso es “simplemente” ansiedad. Nuestro cuerpo está percibiendo un peligro y está activando nuestras defensas para que tengamos mejores posibilidades de huir o luchar, de enfrentarnos o esquivar el peligro, en definitiva: de salir airosos de la situación, cuando la activación es muy rápida, repentina, y muy intensa, estamos hablando de un ataque de ansiedad.

Cuando ocurre algo en lo que realmente nuestra subsistencia ha estado en peligro: un accidente de tráfico, una maceta que se ha caído del tercero y ya reventado al lado nuestro mientras caminábamos, etc., nuestro cuerpo dispara el sistema ansiedad y notamos todos los síntomas que ha notado nuestro caso ejemplo. Nuestro cerebro busca inmediatamente una explicación a aquello que le está ocurriendo, una explicación que encuentra rápidamente. Nuestro cerebro asimila la situación, asimila los síntomas (entiende que responden al “susto”) y cuando percibe que el peligro ha pasado, va retomando poco a poco la normalidad.

Lo normal es que cuando se activa la ansiedad busquemos una justificación de a qué responde, algo que justifique porqué nos está ocurriendo esta activación. Cuando lo encontramos y sentimos que esta responde a algo que consideramos normal (un accidente de tráfico), nuestro cerebro lo asimila rápidamente y desactiva la ansiedad. En el caso de la persona que estaba en ese espacio abierto, sin ningún peligro aparente, nuestro cerebro no encuentra esa razón “normal” y hace asociaciones erróneas: en este caso asocia la activación de la ansiedad al lugar en el que estaba.

El cerebro aprende por asociación y entiende que situaciones similares producirán efectos similares. Con este principio comienza un efecto de bola de nieve que tiene mucho que ver con lo que se conoce como la profecía auto cumplida: Estando en ese espacio abierto se nos ha activado la ansiedad de manera irracional, con esta experiencia nos acercamos a un centro comercial recelando de que se vuelva a producir, inconscientemente estamos en tensión y estamos poniendo los elementos para sentirnos mal, el resultado es que tenemos otra experiencia desagradable.

Siguiendo con este proceso de asociación, vamos aumentando la cantidad de sitios y situaciones en las que percibimos que se puede activar nuestra ansiedad y vamos evitándolos. Una evolución que nos puede llevar a quedar recluidos en nuestras casas, incluso en habitaciones de las mismas (algo que justifica sobradamente el que busquemos cómo controlar la ansiedad y el ataque de ansiedad).

Si bien esta es la descripción habitual de la agorafobia, puede que nuestra evolución sea distinta y, por tanto, pensemos que nuestro trastorno es algo distinto. Es por ello que vamos a intentar describir con mayor precisión:


¿Qué es Agorafobia?



Pese a que, como decíamos al principio de este artículo, la agorafobia se entiende normalmente como el temor a los espacios abiertos, en realidad el término agorafobia hace referencia al sentirse mal en un momento dado, no poder controlar esta sensación de malestar y no tener la posibilidad de huir.

Como podemos ver es un concepto distinto y mucho más amplio.

Al definir la agorafobia como un temor a los espacios abiertos estamos hablando de lo que técnicamente se conoce como el sistema exteroceptivo, esto es: son nuestro sentidos los que nos están informando de un peligro exterior y los que están desencadenado la activación de nuestra ansiedad.

En la segunda concepción el problema está en nuestra función interoceptiva, en los estímulos que nos remite nuestro propio cuerpo para indicarnos que algo no está bien (por ejemplo cuando tenemos dolor de estómago y es nuestro propio cuerpo quien nos está informando de que tenemos un problema en esa zona).

Según esta concepción de la agorafobia, el problema de los agorafóbicos no es que tenemos temor a determinadas situaciones o lugares, nuestro temor está en que se active nuestra ansiedad. No tenemos ni el sitio ni la situación, nuestro temor es la propia ansiedad, es lo que se llama coloquialmente: miedo al miedo.

Que es Agorafobia 02
Aquí debemos hacer un pequeño inciso porque sabemos que a los ansiosos no nos suele gustar que nos confundan con miedosos. El trastorno de ansiedad además de estigmatizante provoca mucho sufrimiento, los síntomas físicos que lo acompañan tendrán un origen mental, pero son tan dolorosos como los producidos por alteraciones físicas, y los síntomas cognitivos podrán no ser peligrosos, pero si te hacen sentir que estás loco o muy próximo a la locura. Las personas que no lo han sufrido tienen dificultades para entender de qué estamos hablando, pero aquellos que lo hemos padecido o estamos padeciéndolo sabemos de qué estamos hablando y, lo que sí sería una locura, es no temerlos o  - por lo  menos - no tenerles el respeto suficiente como para intentar evitarlos todo lo posible.

El problema en la agorafobia es que las personas ansiosas tenemos tanto respeto a las sensaciones desagradables que se producen cuando se activa la ansiedad que evitamos los lugares o las situaciones en las que esta puede activarse, en especial esas situaciones o lugares en los que – de activarse la ansiedad – tendríamos dificultades para “escapar”.

La agorafobia no es por tanto una alteración que tenga que ver con el sitio o la situación (lo que por otra parte podría ser considerado como una fobia específica: a los aeropuertos, a los centros comerciales, a las multitudes, etc.) sino una alteración que tiene que ver con todos aquellos sitios o situaciones en los que notamos que no podríamos salir, que no podríamos abandonar en un momento dado y que tememos porque, que producirse ahí la ansiedad y no ser capaces de controlarla, esta comenzaría a crecer hasta límites insoportables sin que pudiéramos hacer nada.

El temor esencial del agorafóbico no es el lugar o el momento, sino la ansiedad en sí.

Es probable (si tienes agorafobia) que hayas notado que te sientes peor cuando estás en la cola del supermercado, en la cola de un banco, en un transporte público, etc. Es posible además que hayas notado que tu ansiedad comenzaba a aumentar en esta cola, viendo como no avanzaba y, con sólo pagar y salir del supermercado, hayas notado que esta ansiedad se reducía hasta casi desaparecer de manera misteriosa (como sería si ya hubiéramos aprendido a controlar el ataque de ansiedad)

De esta situación podría desprenderse que el problema está en que no te gustan los supermercados porque ahí tuviste alguna experiencia que te traumatizó. Si fuera así, bastaría con no ir a estos establecimientos para “estar bien”. El problema es que son los supermercados, los bancos, la cola del colegio, etc. y cada vez son más los sitios y situaciones que nos desencadenan la ansiedad.

En todos los sitios y situaciones, por muy distintas que parezcan hay algo que se repite: nosotros. No son las situaciones o los sitios los que nos desencadenan la ansiedad, somos nosotros mismos los que tememos los sitios o lugares en los que se puede desencadenar y no podemos huir. En realidad a lo que tememos es a la propia ansiedad.


Con esta nueva concepción de la agorafobia, vemos que el problema es distinto al que tradicionalmente se ha considerado y el tratamiento, el qué hacer para controlar la ansiedad es también diferente.

No debemos aprender que los fantasmas no se esconden tras las cortinas, no debemos asimilar que los fantasmas no nos esperan en el armario, no debemos forzarnos a creer que los fantasmas no aparecen por la noche, la respuesta no es ir aprendiendo en qué lugares y situaciones no hay fantasmas sino “simplemente” interiorizar la realidad de que los fantasmas no existen.

Aprender a controlar la ansiedad es aprender a no temerla. Comprender que nosotros somos su principal activador y aprender cómo hacer para no alimentarla.